Google es a los motores de búsqueda en Internet lo que facebook a las redes sociales.
“El reciente escándalo de espionaje en Internet por parte de los servicios de inteligencia estadounidenses ha puesto de manifiesto la urgencia de una reforma de la normativa europea en materia de datos personales. Un asunto por el que se enfrentan las asociaciones de consumidores y los lobbies de los gigantes de Internet.”, así comienza el artículo firmado por Camille Gévaudan para el periódico francés Liberation, en el que se hace eco de la campaña internacional seguida por cientos de miles de internautas bajo el lema “¡No permitas que las grandes empresas te despojen de tus derechos a la privacidad!”, en su web www.nakedcitizens.eu (ciudadanos desnudos, en español).
No son demasiadas las ocasiones en las que una gran mayoría de usuarios de la red se ponen de acuerdo junto con algunas ONG,-en este caso la española, de origen francés, CNIL (Comisión Nacional de la Informática y las libertades) encargada, entre otras cuestiones, de llevar ante la Comisión Europea a través del Grupo de Trabajo G29, que incluye a todas ellas, un proyecto en el que se tengan en cuenta los derechos de los ciudadanos frente a los grandes lobbies de Internet. “La misión general de la CNIL es la de velar para que la informática esté al servicio del ciudadano y no vulnere la identidad humana, ni los derechos humanos, la intimidad o las libertades individuales o públicas”, dicen en su slogan.
De todos es sabido, o todos deberíamos de saber, que tanto Google, Bing, Amazon, eBay, AOL o Yahoo!, y otros motores de búsqueda, así como las redes comunitarias o sociales más utilizadas tales como facebook, twiitter, MySpace, LinkedIn u otras, basan su modelo económico en la gratuidad de sus servicios con respecto a los usuarios particulares como contrapartida para su financiación a través de la publicidad que es, en definitiva, su fuente principal de ingresos, aunque no sea la única.
El problema, no obstante, radica en que para ser cada vez más eficaces deben sacar provecho de los datos personales facilitados voluntariamente por los propios internautas sin que estos sean conocedores, y por tanto den su autorización expresa de la utilización, con ánimo de lucro, de los mismos.
Es por lo tanto muy lógico que tanto las CNIL europeas como otras ONG tal como La Quadrature du Net, u otras autoridades internacionales encargadas de la protección de la privacidad de los datos personales, se interesen y preocupen por las condiciones en las cuales se usan los datos, y las modalidades de información de los internautas, para que éstos puedan ejercer cabalmente sus derechos a la protección de sus propios datos personales.
Cuando desvelamos voluntariamente a un buscador o a una red social, nuestros datos personales (no me refiero únicamente a nuestra filiación que puede ser totalmente falsa o ficticia, sino a la dirección IP desde la cual transmitimos, aunque esta sea dinámica y por lo tanto variable), o nuestra agenda de contactos así como nuestras actividades favoritas e incluso nuestros hábitos o nuestras creencias ideológicas o religiosas, estamos, inconscientemente o no, dando a conocer nuestra, digamos, intimidad a cualquiera que navegue por Internet permitiendo que nuestros datos puedan constituir una importante fuente de información que es utilizada subrepticiamente como objeto de múltiples usos comerciales y publicitarios. Y no siempre somos conscientes de ello aunque a veces rechacemos alguna intrusión publicitaria poco oportuna. Hemos de saber que el riesgo es real y está ahí, viéndose aumentado cuando el usuario no domina correctamente, aunque sea por desconocimiento, estas nuevas herramientas tecnológicas. Por ejemplo, aunque los parámetros del servicio o los algoritmos de búsqueda puedan ser modificados periódicamente, la configuración memorizada por defecto (lo que se viene a llamar “la caché”) a menudo permanece a través de las “cookies” favoreciendo una amplia difusión de los datos, hasta tal punto que la información que debería permanecer en la esfera de lo privado acaba exponiéndose públicamente en toda la red.
Pero que nadie crea que la solución está en obviar o no facilitar este tipo de información pues tanto los buscadores más conocidos como las principales redes sociales, están eliminando, unilateralmente, aquellos perfiles incompletos -o manifiestamente falsos- que perjudican sus espurios intereses financieros a través de una publicidad no deseada o de una intrusión en nuestra intimidad por parte de los servicios de inteligencia de casi todos los países del arco occidental y “democrático”.
La Directiva de la Comisión Europea 95/46/CE y sus posteriores modificaciones, constituyen el texto de referencia, a escala europea, en materia de protección de datos personales. Crea un marco regulador destinado a establecer un equilibrio entre un nivel elevado de protección de la vida privada de las personas y la libre circulación de datos personales dentro de la Unión Europea (UE). Con ese objeto, la Directiva fija límites estrictos para la recogida y utilización de los datos personales y solicita la creación, en cada Estado miembro, de un organismo nacional independiente encargado de la protección de los mencionados datos.
Pero aquí nace el elemento clave de la controversia y del que Riccardo Luna, periodista italiano experto en nuevas tecnologías, ya nos avisaba el año pasado en su blog personal. En él, este prestigioso columnista internacional, se preguntaba "¿Por qué no tenemos derecho a dejar de existir en la Red? o dicho de otro modo ¿tenemos derecho a hacer que desaparezca de la Red todo lo que tiene que ver con nosotros, lo que hubiésemos subido quizá hace mucho tiempo, pero también los que otros hayan subido sobre nosotros y que nos da vergüenza? Una medida que pretende cambiar para siempre lo que entendemos por protección de datos y que trata de regular de una vez por todas el derecho al olvido en la era de Internet".
El propio periodista contesta a esa pregunta diciendo “el derecho a desaparecer de la Red’ no existe, al igual que tampoco existe el derecho a desaparecer del mundo. En la vida real podemos intentar volatilizarnos, pero siempre habrá documentos que hablen de nosotros, y también está la memoria del resto de la gente. Todo eso no se puede borrar con un clic. Y tampoco a través de una ley europea o de una intergaláctica. El derecho a borrarse del facebook, de navegar sin dejar rastro, o a que se nos advierta de que se guardarán nuestros datos y serán utilizados con fines comerciales u otros ya existe y una ley europea muy detallada no será revolucionaria, sino simplemente reforzará un principio, un derecho fundamental de la persona. En cambio, el derecho a hacer desaparecer todos los artículos o entradas de blogs que hablen de nosotros, como algunos pretenden, no existe.”
Y es que esta ley restringe, por ejemplo, el acceso a nuestra información en asuntos policiales salvo con una orden judicial exprofeso pero nada dice de otros servicios de inteligencia ya sean los destinados a seguridad nacional o los que proporcionan dicha información a otras entidades con fines comerciales y publicitarios.
Eso es precisamente de lo que versan los trabajos del GT-G29 y las campañas emprendidas por distintas organizaciones de internautas, entre ellas las CNIL.
Y es que -se sabe con certeza-, los todopoderosos servicios de inteligencia yankees a través de la ley ACTA (“Anti-Counterfeiting Trade Agreement”, Acuerdo Comercial de Lucha contra la Falsificación, en español) y con la excusa de combatir la “piratería” y proteger los derechos de la propiedad intelectual de los autores, están traspasando la delgada línea roja de la paciencia de los ciudadanos, en este caso de los usuarios de la Red de redes e, inevitablemente, surge la pregunta del millón ¿están vendiendo nuestra información personal y, por lo tanto, obteniendo beneficios económicos y recursos de favor los grandes buscadores o las redes sociales? Si es así ¿hasta cuándo lo vamos a permitir?
Tenemos la imperiosa obligación, no solo moral, de ponerle un freno a la ley ACTA que pretende hacerse universal o, dicho de otro modo, intergaláctica y de dar un tremendo varapalo a Google y a facebook con el fin de que dejen de utilizar nuestra información personal e íntima sin que exista un consentimiento explícito por nuestra parte.
No temamos a la reacción de los grandes cárteles informáticos de la red y de sus ilegítimos intereses. Nosotros sin ellos podremos vivir aunque retrocedamos hasta la era de ArpaNet, en cambo ellos, sin nosotros, no serán capaces de sobrevivir si les impedimos que sigan estafándonos.
La “guerra” está iniciada desde hace tiempo y ya sabemos que “ellos” tienen el poder pero si conseguimos que se salvaguarde nuestra intimidad habremos ganado una pequeña batalla aunque no la guerra.
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Gracias por tu amabilidad y solidaridad, el mundo cibernético te lo agradecerá sobradamente.
Jaime Bel Ventura – YaakovBcn
Junio de 2013
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